Extraña paradoja el pensar. Pensar qué queremos, a quién o cómo queremos... cuándo queremos y que nos quieran. Somos seres perfectamente imperfectos, inestables, livianos y asustados por la incertidumbre. Pero sabemos que querer es algo que realmente nos importa.
Ahí vienen los avances, los diferentes... la prueba y el error, como diría algún sabio moderno. Pero, ¿cuándo sabemos que es el momento justo para...? No sabemos.
Arriesgarse a hacer algo es tan esperanzador como aterrador. La duda nos come la cabeza. Queremos estar seguros, agarrados a algo para no quedarnos en el camino; pero para cuando nos demos cuenta, vamos a pensar que es demasiado tarde. Que nuestro tren, ya pasó... y era el último. Quizás pensar tanto es lo que nos detiene... lo que me detiene.
Que tal si volvemos algunos años, a la infancia, ahí donde empezamos a tener nuestras primeras experiencias, cara a cara, con la vida y a forjar lo que llamamos "carácter". ¿Cuántas veces nos detuvimos o esquivamos situaciones por sentirnos inseguros? Seguro que muchas. Pero que tal si nuestro propio "genio de la lámpara" aparece y no dice: "No te doy a elegir tres deseos, ni el que vos quieras... lo único que te doy es la oportunidad de volver y de enfrentar todas esas cosas a las que siempre temiste y que hoy hacen de vos, lo que sos..." Tentador, ¿no?
Pero veamos como me iría a mi; seguramente hubiera cambiado toda mi infancia. Pero centrándome en lo que me marcó, iría a la escuela con más atención, con mayor respeto y mas decisión. Haría amigos y no enemigos. Diría que no, que sí... levantaría la mano sin vergüenza; le diría a la chica que me gusta, que ella me gusta. No dejaría que me maltraten; pero tampoco maltrataría. Sería mejor...
Ahora, volviendo a la realidad... le diría al genio que vuelva a la lámpara y que cuando tenga una mejor oferta, vuelva. Porque no quiero se mejor que nadie y todo lo que me pasó me marcó y me hizo la persona que soy.
Es complicado, querer cambiar lo que somos. Pero más complicado es querer cambiar lo que todavía no somos. A lo mejor, es cuestión de dejar de pensar tanto y soltar la mano de lo que nos retiene y no nos deja ser lo que somos. De dejar de esperar y actuar. Hay tiempo, pero no es eterno...
Dulces Sueños.

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