Un saludo; una despedida; un cierre; una cordialidad; una amistad... y asi hasta liberarlas del cuerpo.
Todo empieza por las manos. Y no es una repetición de circunstancias que la vida aprende a usar por medio de la gran redundancia que estamos acostumbrados a ver, oler y sentir. Las manos hablan por si solas, cuando se tocan, cuando recorren, cuando sienten, cuando dejan de sentir.., cuando vuelven a sentir.
Todo empieza por las manos. Cuando en momentos de agonía y de dudas nos perdemos. Les damos y les sacamos la posibilidad de hacer lo que mejor hacen, tocar. Ellas sienten, no son indiferentes al, muchas veces protagonista y egoista corazón. No, ellas sienten y saben cuando es momento de darle una buena sacudida al cuerpo. Sienten y saben que son más que líneas de viejas predicciónes gitanas; más que dedos en un teclado; más que señaladoras de culpables.
Todo empieza por las manos. Sabias?.

Dulces momentos.

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