domingo, 4 de abril de 2010

Uñas de color rojo.

Que fácil es decidir.

Que fácil es resolver.

Que fácil es pensar.

Que fácil es no tener problemas.


"Los grandes no saben soñar y quieren que no sueñe yo" (Canción Infantil, Cadena Perpetua).

Sabés que una de las cosas por las que nunca me pinté las uñas es porque no va conmigo. Soy hombre, ponele. Me como las uñas, por nervios y costumbre. Recibiría críticas con vacilación innecesaria, claro. Pero que tal si digo que no me las pinto porque simplemente no es mi estilo. No es lo que me enseñaron. No es lo que elijo.

Y si de elecciones se trata, es como la identidad de cada uno. Por ahí lo digo de memoria porque sabemos que de elecciones se hacen las personas. De errores y de aciertos. Pero es verdad y no hace falta pensarlo mucho. El problema siempre (siempre), viene cuando los demás quieren elegir por uno. Y no hablo de consejos... aunque haya una cercanía bastante estrecha entre ambos.

Es como que alguien venga y te diga: "che, pintate las uñas que me dieron ganas de ver como la gente te gasta". Por ahí es un ejemplo un poco extremo, pero creo que la idea se entiende. Está todo tan pintado de rojo que ya no se distingue si es pasión o sangre. Y nunca deja de sorprenderme esa frase que dice: "cada cual atiende su juego". Pensar que la cantábamos de chicos. Je.

¿Y si me pinto las uñas de color rojo? No me molestaría reírme un rato de mi mismo. Además le haría bien a la persona que me lo pidió. Porque es gracioso ver.., escuchar, como puede darse la proyección ajena en uno. Enserio que es gracioso, porque ponele que le demos un descanso a la frivolidad y tomemos esto para vernos pintándonos las uñas. En una de esas sirve para abrirle los ojos a quienes nos miran de reojo.

Siempre es cuestión de decisiones y mientras uno esté seguro del camino que sigue, lo demás es parte del decorado para que la vista no se nos canse. Yo sueño, tengo en claro con quién estoy y cómo estoy. Por eso, nadie; ni nada; ni mucho menos una proyección ajena va a opacar mi vista.

Gi, necesito tu esmalte rojo. ¿Me lo prestarías?

Dulces caprichos.

lunes, 22 de marzo de 2010

De memoria.

Nunca más.
Justicia.
Castigo.
Memoria.

Entender cosas que uno no vivió es tan difícil... tan complicado.
Que escuchás hablar a gente que hace 30 años grita lo mismo; pide lo mismo.
Duele.
No puedo, no debo, no quiero... opinar.

Más allá de todas las consecuencias que provocan las desiciónes que solemos tomar, estoy sintiendo que la mejor forma de recordar es seguir mirando para adelante. Y acá es donde comienzo a escribir... de memoria.



Me pasó que durante mucho tiempo estuve escapando de cosas que me daban dudas, que me hacian tambalear y me llevaban a pensar en posibilidades ajenas. Me pasó que hacía mucho tiempo no me sentía tan bien, tan... completo. Me pasa que desde hace unos días no puedo dormir porque me cuesta cerrar los ojos y dejar de ver como con tanta simpleza atrapás, me atrpás.

¿Qué escondés? Contame. Te hablé de un imán; de una conexión muy fuerte; de sinceridades que van más allá de la lectura del resto de las personas; de rarezas y certezas..; pero aún así sigo sin querer entender el porqué. Sigo sin querer entender porque tanto en tan poco tiempo. Y, te soy sincero, me gusta. Claro que si.

¿Te hablé alguna vez de la felicidad? ¿Existe ese sentimiento? ¿Dónde lo escondés?, contame. Porque quiero un poco más, ¿sabés? Y sé que la tenés bien guardada. ¿Te acordás que una vez te dije que las grandes cosas vienen de las cosas pequeñas? Bueno, quiero una pequeña muestra más de felicidad.

¿Te dije estos días que creo que te conozco mucho? Que no hay museo que guarde tan soprendentes momentos. Que no hay murciélagos que asusten viejos fósiles de ciudades naranjas. No hay ex pilotos que vayan tan rápido y tán libres. Y no hay campanas de iglesias que canten como vos lo hacés. Porque desviás mi atención.

Empecé escribiendo sobre la memoria. Siento que te conozco de memoria, y podría repetirte tantas veces todo esto que escribo. Tantas veces. Y no porque haya forzado mi cabeza a intentar leerte. Sino que me resultó tán fácil... y si preguntaran sobre vos en una convención donde esté toda la gente que te conoce, yo sería el primero que levante la mano.

¿Te conté alguna vez que encontré esa estrella que tanto busco en el cielo? Estoy pensando seriamente si la devuelvo o me la quedo.


Dulces tardes lluviosas.

lunes, 15 de marzo de 2010

Bienvenido a lo que llamamos "rarezas" de un mundo inentendible.

Todo empieza por las manos. Todo.

Un saludo; una despedida; un cierre; una cordialidad; una amistad... y asi hasta liberarlas del cuerpo.

Todo empieza por las manos. Y no es una repetición de circunstancias que la vida aprende a usar por medio de la gran redundancia que estamos acostumbrados a ver, oler y sentir. Las manos hablan por si solas, cuando se tocan, cuando recorren, cuando sienten, cuando dejan de sentir.., cuando vuelven a sentir.

Todo empieza por las manos. Cuando en momentos de agonía y de dudas nos perdemos. Les damos y les sacamos la posibilidad de hacer lo que mejor hacen, tocar. Ellas sienten, no son indiferentes al, muchas veces protagonista y egoista corazón. No, ellas sienten y saben cuando es momento de darle una buena sacudida al cuerpo. Sienten y saben que son más que líneas de viejas predicciónes gitanas; más que dedos en un teclado; más que señaladoras de culpables.

Todo empieza por las manos. Sabias?.



Dulces momentos.

lunes, 8 de marzo de 2010

Ellas... Nosotros.

Antes de empezar, o seguir... hay que poner de fondo esta canción:

http://www.youtube.com/watch?v=o2d2llB4oIQ

... y seguir hablando de ellas. De quienes se van disfrazando contínuamente en la vida; de madres; de hijas; de hermanas; de amigas; de parejas... de historias...

La principal razón por la que existen los hombres, es porque existen las mujeres. Y juntos tienen, tenemos, la misión de dar todo para que el mundo sea mejor. Mejor... esta palabra vuelve a molestarme un poco, pero en este caso es un poco más frívolo si se usa para diferenciar a un hombre de una mujer.

Hace algunos años, varios diría... mientras formaba en la fila de séptimo grado antes de irme a casa, en la escuela, hablaba con una compañera de ese entonces y surgió un pequeño debate con bastante grado de inocencia. Hablabamos de cuales son las diferencias que hay entre un hombre y una mujer y dimos en que el hombre es la fuerza y la mujer... la inteligencia. Quizás en ese entonces esa conclusión se dio así porque yo nunca me destaqué por ser un ávido come libros, sino más un bruto y torpe muchachito; y ella, la típica chica 10!

Ahora, cuando uno crece escucha cosas que parecen salidas de la mente de dos chicos de séptimo grado; que la mujer gana menos dinero que el hombre; que es menos capaz; que no tiene fortaleza física ni mental; que no distingue oportunidades... Séptimo grado. Esto es tan real, sucede 'en serio' diría cualquier ignorante con uso de razón. ¿Y qué pasa si le sacamos a esas 'definiciónes' las partes negativas? Quizás quede algo así: "que la mujer gana como hombre; que es capaz; que tiene fortaleza física y mental; que distingue oportunidades". ¿Interesante? No. Real.

Un día como hoy, se festeja, se conmemora, se celebra, se recuerda... el día internacional de la mujer. Séptimo grado. Surgieron pequeños debates sobre este tema hoy, con mujeres. Y ellas, tan imponentes como son, se encargan de recordarle a cada hombre que es SU día. Y el hombre, descarga su simpatía con algún que otro chiste. Personalmente, creo y quiero creer que este día es uno más, en dónde la gente es igual, que la mujer es igual... a mi, que se merece el mismo respeto y el mismo reconocimiento cada día y que con el solo intento de hacerlas sonreir una vez, me llena de felicidad.

Séptimo grado... ¿quién no tuvo una maestra?

Dulces tardes.

miércoles, 3 de marzo de 2010

No pensar cómo, sino dónde.

Extraña paradoja el pensar. Pensar qué queremos, a quién o cómo queremos... cuándo queremos y que nos quieran. Somos seres perfectamente imperfectos, inestables, livianos y asustados por la incertidumbre. Pero sabemos que querer es algo que realmente nos importa. 

Ahí vienen los avances, los diferentes... la prueba y el error, como diría algún sabio moderno. Pero, ¿cuándo sabemos que es el momento justo para...? No sabemos. 

Arriesgarse a hacer algo es tan esperanzador como aterrador. La duda nos come la cabeza. Queremos estar seguros, agarrados a algo para no quedarnos en el camino; pero para cuando nos demos cuenta, vamos a pensar que es demasiado tarde. Que nuestro tren, ya pasó... y era el último. Quizás pensar tanto es lo que nos detiene... lo que me detiene.

Que tal si volvemos algunos años, a la infancia, ahí donde empezamos a tener nuestras primeras experiencias, cara a cara, con la vida y a forjar lo que llamamos "carácter". ¿Cuántas veces nos detuvimos o esquivamos situaciones por sentirnos inseguros? Seguro que muchas. Pero que tal si nuestro propio "genio de la lámpara" aparece y no dice: "No te doy a elegir tres deseos, ni el que vos quieras... lo único que te doy es la oportunidad de volver y de enfrentar todas esas cosas a las que siempre temiste y que hoy hacen de vos, lo que sos..." Tentador, ¿no?

Pero veamos como me iría a mi; seguramente hubiera cambiado toda mi infancia. Pero centrándome en lo que me marcó, iría a la escuela con más atención, con mayor respeto y mas decisión. Haría amigos y no enemigos. Diría que no, que sí... levantaría la mano sin vergüenza; le diría a la chica que me gusta, que ella me gusta. No dejaría que me maltraten; pero tampoco maltrataría. Sería mejor...

Ahora, volviendo a la realidad... le diría  al genio que vuelva a la lámpara y que cuando tenga una mejor oferta, vuelva. Porque no quiero se mejor que nadie y todo lo que me pasó me marcó y me hizo la persona que soy.

Es complicado, querer cambiar lo que somos. Pero más complicado es querer cambiar lo que todavía no somos. A lo mejor, es cuestión de dejar de pensar tanto y soltar la mano de lo que nos retiene y no nos deja ser lo que somos. De dejar de esperar y actuar. Hay tiempo, pero no es eterno... 

Dulces Sueños.